Hoja de otoño pareces
cuando doblas tu espalda de espiga
y sobre tu vientre danzan en círculo
los labores de la niebla,
batiendo sus plumas de libre gaviota,
frente a tu exacto pecho de ornado nenúfar.
¡Hija del tilo y la pasionaria!
En tus pestañas inicia la violeta su rito de fuego.
Al silencio de tu paso desnudo
el mar en remolino tuerce su ebria ola,
el crujir del agua resuena como badajo...
Latido de caracolas y campanarios.
¡Hoja mía!
Mis ojos de guerra duermen su reposo de espalda y
mis hombros de honra circulan tus ardores.
Con tu doble sonrisa de simultáneo abrazo
y tu labial carne de alga nutres mi sed de redes.
Errante como alada ameba
donde tu piélago de pluma deja su sello
acoplas a mi piel tus sudores.
¡Ah, mí amada en silencio!
Abre tus párpados de amapola
que he venido a dormir bajo su sombra
de parasol y mariposa.
¡Raíz y árbol de tierra mía eres!
Con la espesura de la arcilla edificada,
la humedad llora en su rama de trueno por tu lágrima
y tu... Hoja...
¡Hoja mia!
Destronas la potestad del océano en maremoto
cuando explotas en mis brazos
tus espumas de romántico arrullo.
Hasta mi sombra sabe de tu tendida piel de hoja y
mi amor de papiro escribe a diario
con la sangre rosa de hoja empapelada.
¡Estuario de mis besos!
Pareces el muelle guardián de mis labios en ti coronados.
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2 - TEMPESTAD VIOLENTA
Como celosa novia golpeaba el tejado,
la inesperada tormenta con ojos de agua
traía pupilas de fuego rojo,
color de noche violenta,
doblaba ramas de cedros vencidos
en su paso clandestino.
Barría polvo de caminos, hojas gravitaban virutas en los picos,
lijaba piedra de acantilados
sobre la espina de montes torcidos.
Rabiosa percutía vidriosas ventanas
en constante retumbar los pórticos eran tremolar de atabal.
En su alforja traía relámpagos de ira hastiados,
rayos oblicuos, aristas de cometas en cólera trisando espejos.
Todo era precipicio de ángulo acorvado,
irascible insuflaba cabellos de madreselvas,
azabaches cabellos de acacias en filamento de rotas aspas.
Tenía rumor de pastizales gélidos en termómetros que asolaban
arenas de médanos girando sobre volantes locos.
en la densa vertical trabó cerrojos saturados.
Se adueñó del cielo y de la tierra fracturando violetas machacadas.
Tempestad violenta en la mirada de yeso
largas lenguas de hierro lastimaban los balcones
con sombras acumuladas mordidas en largos inviernos.
Cruel lentitud del garfio pirata partías alambres
con endemoniadas crines ásperas de filosos clavos
y la complicidad del metal injuriado en el caos implacable.
Trompetas clandestinas irritando burdéganos caballos
hundían sus patas bramantes al lastimero quejido
sepultados galpones ahogados.
Oceánico diluvio de sales bajo el látigo morían desangradas rosas
diluyendo colores en tus agujeros negros de venas hediondas.
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3- LOS ROSTROS SIN NOMBRES
Llevo mi carroza de valiente corazón
con los laureles florecidos
en la antorcha del Olimpo.
Los capilares contraídos y vainas inflamadas
a las tierras muertas de los descabezados.
Con resonante música,
de platillos y tambores
No toco solo alabanzas a los héroes gloriosos.
También…
¡Vivo y Hurro a los héroes derrotados¡
En atalayas de balas,
fortalezas de canales,
mares que ahogaron
sus barcos con mástiles, velas,
y razones de infinitos ideales.
Para mí no hay mas honor
que la contienda perdida con la frente altiva
en la batalla histórica retratada.
Ni valoro las muertes por las conquistas
de los guerreros enaltecidos.
Mas que los rostros de los soldados sin nombre.
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