La adorable Julieta para dales color pellizcaba sus mejillas,
pues por ser dama principal al sol no se exponía.
Siempre a la sombra de su cancela
la linda muchacha se escondía
para que el astro rey no dorase su piel fina.
Una vez bien acicalada, en el balcón se ponía
en espera de su fiel amado que la rondaba a escondidas
oculto bajo el capote que con mucho arte lucia.
Mal de amores ambos sufrían,
de un amor que les negaban sus familias,
pero el corazón enamorado es valiente
y no sabe de medidas.
Cada noche volvía su galán a la deseada cita
Y con la cómplice de la luna sus aventuras vivían,
por eso tras las nubes el astro se ocultaba
cuando de amor suspiros percibía.
¡Oh fiel Julieta qué aciago día fue aquel
en el que decidiste dejar de pellizcar tus mejillas
porque en la tumba no precisabas de color
para sentirte por tu amado querida!
Eterna palidez es la tuya hermosa Julieta,
como eterno es vuestro amor,
amor que cuando lo recordamos
el corazón nos pellizca.
Autora: Luisa Lestón Celorio
Asturias- España
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