Poeta sin alma

¡Adiós hijo mio!

 

Hijo, voy a tratar de ser 
lo más sincero posible 
y escribir lo más bello 
que pueda en esta noche, 
tu ausencia se lo merece, 
tu futuro que no existió 
se lo merece, tu nombre 
da vueltas en mi mente, 
se lo merece tu alma, 
tu cuerpo inerte se lo merece. 
Que cruel, terrible, doliente 
y penar eterno hoy sufro, 
las lágrimas nublan mi visión 
y no sé por dónde va mi pluma, 
esta pluma que hoy esgrimo 
contra el papel como un arma 
para calmar el dolor, 
pluma que recuerda el atentado 
en tu contra, sin saber por qué paso, 
me recuerda que en la balanza 
de la vida fuiste el más pequeño... 
quisiera ahora ver tus deseos, 
tus sueños, tus mínimos gestos, 
ahora te sueño y te imagino a mi lado, 
te sueño y te sigo queriendo, 
te extraño, sin verte 
te tengo a mi lado y espero 
me perdone Dios algún día
por el odio que siento hoy;
si yo pudiera, ahora mismo, 
te entregaría mi corazón 
para que lata el tuyo, 
te entregaría mi cuerpo 
para salvar tu cuerpo, 
te entregaría mi voz 
para que grites tu dolor,
te regalaría mis manos, 
perdón por no morir en tu lugar, 
perdón por no morir ahora 
y no acompañar a tu almita simple, 
inocente, dulce, amable, llena de justicia, 
de verdad, perdón por no sangrar 
tu sangre, perdón mil veces 
por no devolverte la vida.
¡Hijo..! acude a mis ojos 
en raudales de llanto
me horroriza la noche; 
siento infinito espanto
arde mi rostro… sufro… 
me palpitan las sienes
y te llamo, te llamo… 
pero tú ya no vienes
tú yaces en el sitio 
donde todo reposa
en el frío y oscuro recinto 
de tu fosa, tú, el que eras muñeco 
de divinos colores
a la tierra volviste 
bajo un montón de flores
y al cubrirse tu fosa, 
al enterrar tus restos 
mi alegría también entierran…