No siento miedo, no siento pena
si en tus brazos paso la guerra;
y si no estás… ¡qué miedo!, ¿no te doy pena?,
que eres tú mi vida entera.
Con el cielo como abrigo
y nuestros labios de testigos
nos conocimos y fui tu amigo
mientras aquel beso duró escondido.
Te quiero tanto que está prohibido
quererte como yo te quiero,
te quiero más de lo permitido
y para ti mi querer no tiene freno.
Te quiero despierta y medio dormida,
cuando hablo, cuando pienso y cuando sueño;
te quiero histérica y también tranquila,
con el alma, con la vida y con desdeño.
Porque no siento miedo, no siento pena
si en tus brazos paso la guerra,
y si no estás… ¡qué miedo!, ¿no te doy pena?,
que eres tú mi vida entera.