Estar vivo es cruzar sendas inimaginables
asombrarme con un rostro, con una sonrisa
sin riendas a la libertad de mis pasos.
Soy hoja al viento sin escollos y vuelo
me deposito en la quietud del prado
el mejor vuelo, aquel, aún con alas rotas.
Soy una tormenta de verano, inesperada
borro huellas que no guían, me encierran
marco nuevas, no soy ni enviado ni Judas.
Aprendí que el riesgo y el miedo conviven
aceptando debilidades, encumbrando fortalezas
las dudas se vuelven certezas, el peligro un instinto.
Descalzo paso entre las obstáculos hecho piedras
siempre están, aún con botines tropezaría
aprendí a levantarme después de cada caída.
¿El dolor?, me fortalece, no lo busco, no reniego
evito convocar y no es mi intención provocarlo.
Libero aves que regocijan el espíritu bajo este cielo.
Oscar A. Fernande Folguerá