Luna menguante
Es obvio que la luna se ha marchado,
que apagan el neón de las esquinas,
que los primeros camiones de basura
ya recogen las bolsas con los restos del domingo.
Es obvio que te metes más pastillas,
más noches sin dormir en el bolsillo,
más lápices que harán lo que no puedes
tú con tu trabajar de esclavo siete días.
Es obvio que la flor no volverá a tus labios,
que de tu madre queda sólo el gesto,
ese de cavilar con ambas manos sobre el pecho,
ese de no dormir hasta que llegas de la fiesta.
Es obvio que al final sólo hay sepulcros,
un sitio horizontal en que se acaba toda duda.
Es obvio y, aún así, tengo una luna entre mis sienes
y un día que se va sin que yo sepa por qué diablos
me sigue hablando sólo a mí, secretamente,
cuando todo es, obviamente, ya silencio.
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16 08 15