Hay brusquedad en tu mirada
y letras de canciones antiguas.
Yo sé que existe un vaso de mantras
en el negro orificio donde sepultaste
mi cadáver carente de lírica.
Pasó un día y luego dos…
Al tercer día el ojo que todo lo ve
sentenció con fuego e ira coordinada
la ignorancia de los más astutos.
A veces sucede que no hay
ni un gramo de vida rentable
tras los ojos de la muerte.