Alexander J. Montero

Hipocampo

Corre el día cuando te pienso cual aleteo de paloma,

lento, pesado y espeso, tan espeso que se puede

ver a las plumas acariciando la densidad en un bostezo de alas

atravesadas por los espectros descompuestos de los cristales del sol.

 Todo eso veo tras mi ventana empolvada que da a la cara 

un azul cielo manchado a explosiones de nubosos crisantemos blancos

sobre las rojizas tejas empedradas sobre los años de los muros

de desportillado adobe, al viento lento que se lleva sin llevar

los velos antiguos y polvorientos de arácnidas bodas.

Sabes como te siento, y aun así te paseas lento

Por la calle de bajo de mi, caminando aéreo sobre lajas

Leyendo la macula de las jeroglíficas mariposas,

el mudo suspiro me late al intentar nombrarte,

tu perfume se me scapa al inhalar el frio aire de la calle

al abrir de a poco la venta que de golpe congela 

el denso y estancado silencio de tanto pensarte en este cuarto

blanco de historia muerta, sin huellas ni letra.