Corre el día cuando te pienso cual aleteo de paloma,
lento, pesado y espeso, tan espeso que se puede
ver a las plumas acariciando la densidad en un bostezo de alas
atravesadas por los espectros descompuestos de los cristales del sol.
Todo eso veo tras mi ventana empolvada que da a la cara
un azul cielo manchado a explosiones de nubosos crisantemos blancos
sobre las rojizas tejas empedradas sobre los años de los muros
de desportillado adobe, al viento lento que se lleva sin llevar
los velos antiguos y polvorientos de arácnidas bodas.
Sabes como te siento, y aun así te paseas lento
Por la calle de bajo de mi, caminando aéreo sobre lajas
Leyendo la macula de las jeroglíficas mariposas,
el mudo suspiro me late al intentar nombrarte,
tu perfume se me scapa al inhalar el frio aire de la calle
al abrir de a poco la venta que de golpe congela
el denso y estancado silencio de tanto pensarte en este cuarto
blanco de historia muerta, sin huellas ni letra.