Caminando por una mañana de sol
en un país que hasta entonces no había existido
con mi soledad incrustada en mi mochila
y los hombros encaramados sobre mis orejas
me encontré de pronto con un ángel
que me hechizó y robó un beso.
El beso duró toda la noche
a orillas del Canal de la Muerte
donde el ángel me sonrió con dulzura
me robó la mochila con todos mis recuerdos
y emprendió vuelo con sus alas de vampiro.