Cuarenta y siete aniversario.
Hace cuarenta y siete años a mi Dios se le ocurrió,
entregarme un diamante en bruto que con gran regocijo recibí,
y sin darme cuenta en nuestra vida sucedió,
que a Él a mi casa no lo llevé, por lo mismo sin saberlo le escribí.
Ante eso, y sin esperarlo, a un Cursillo de Cristiandad me llevó,
poco a poco y en compañía de mi Señor,
el diamante apareció brillante y lleno de esplendor,
el amor floreció y tanta felicidad nos cautivó.
Por eso en esta fecha, memorable para mí, a Dios agradezco,
que por medio del Cursillo de la mano nos tomó,
para hacernos tan felices, sólo porque Él nos amó,
que aún hoy día no me pongo a pensar si yo lo merezco.
Humilde homenaje a mi esposa a quien amo con todas las fuerzas de mi corazón en nuestro 47 aniversario de matrimonio. Y no me cansaré de proclamar la grandeza del Señor por tanta bondad al habernos llevado al Cursillo de Cristiandad.