Se quitó las chanquetas
y las dejó en la orilla
y se lanzó dispuesta
a las aguas marinas.
Aguas intranquilas
en su vaivén de olas
la cubrieron toda
mientras sonreía.
Su sonrisa de cielo
se perdió a lo lejos
y vistió de duelo
a todo el pueblo.
El pueblo llora
a la quinceañera
que en mala hora
se sumergiera.
Dicen que el mar
se tragó su cuerpo
en modo voraz
como un hambriento.
Otros dicen que ella
ahogarse quiso
porque una gran pena
la llevó al suicidio.
A escasos días de su fiesta
sucedió la tragedia
y el evento de etiqueta
se echó por tierra.
En la solitaria playa
al susurro del mar
las olas bailaban
su fiesta de Vals.
Su danza quinceañera
se celebró entre algas,
con canoas pesqueras
y collares de lágrimas.
Su música la trajo el viento
con quejidos lastimeros
y como las hadas de cuentos
desapareció a lo lejos.
Adiós cumpleañera
adiós, adiós
tu recuerdo nos queda
envuelto en dolor.
-------------------
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela