Consideraciones del colgado
No todo fue inspirado, la derrota
nació sin que quisieras, la corbata
te busca sin saber qué más te cuelgas,
la noche recorrió mil callejones
sin atreverse a entrar en las cantinas de tu miedo.
La vida atravesó las catedrales,
con ambos pies desnudos, con la sangre
que desde el vientre la bañó cuando nacías,
con esa soledad que no pediste,
pero que cual la vieja foto bien se guarda
o en el bolsillo oculto de la billetera
o en el cajón desnudo del recuerdo más ingrato,
mil cosas, como ves, que no soñaste
y que contigo van, como las sombras del camino,
como el perfume aquel de la mañana en que te besan
como la copa fiel en que has bebido tus tristezas.
Más bien fue por azar que todo parte,
la vida, la ciudad, la empresa de ser libre,
y en todo un hilo hay cuya madeja se ha perdido,
cuyas puntas ya no están sino en el bosque de tus días
y un lobo la hallará si tú no extiendes tus semillas.
Más bien fue por volar que las cenizas se quedaron
después del fuego atroz que calcinó tus intestinos,
que puso a crepitar tanto papel en tus cornisas
y tanto pan que ardió sin mantequilla a la que asirse.
Así es que de verdad todo lo habido es por sorpresa,
cual río que volcó sus cauces en aludes
o cual la tempestad de aquellos dedos que te abrazan
y que corren después por todo el cuerpo cual relámpagos.
Es cosa, como ves, de permitirse atar los cabos,
de simplemente andar porque las huellas ya te siguen,
de en nada pretender que la derrota te sorprenda,
pues cada día cae el sol y no por eso no regresa.
También tú volverás, no porque lo tengas decidido,
sino porque es así que entenderás lo que te espera,
atiende a la versión de cada día que inauguras,
es tiempo de volar y aquella luz ya arde en tus alas.
De toda esta visión sólo tu amor perdura siempre
y en él te has de inspirar, cuando, con todo y nada,
la vida pase por tu lado y quieras tú, por fin, seguirla.
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18 08 15