Aquella tarde negra
En que nos despedimos,
Cambió nuestro destino
Y nació la quimera.
Feliz era en tus brazos
Junto a toda mi vida,
Sólo aquella partida
Me quitó tu regazo.
Jamás quise dejarte,
Pero el destino cruel
Tornó el bello clavel
En una mustia rosa.
Hoy que las mariposas
Vuelan alegremente,
Te mantengo en la mente
Como una bella diosa.
Después de tantas
Ilusiones rotas,
En que la vida impide que regrese contigo,
Tu figura amorosa, siempre llevo conmigo.
Un día regresaré hasta tus bellas playas;
Y el amor de tu vientre
Y el calor de mi gente,
Serán lo suficiente, para que no me vaya.