Entre las líneas de mis manos te escondes para escalar mis dedos y señalarme el camino que sigue siendo el mismo. Tú.
Tan curtidos están mis labios a tus besos, que si no recibo uno de ellos me siento medio muerto y lentamente se van secando, pero tu apareces siempre con ese beso salvador que llena de vida mi viejo corazón.
A veces te acuestas en mis cejas tomando una pestaña que me arrancas para pedir el deseo que no compartes pero que bien puedo imaginarme: que este amor se mantenga así de grande.
Entre las líneas de mis manos escribes una historia de la que tú eres protagonista, mi dulcinea, mi heroína, la que por mí daría la vida.