Llevo horas repasando las líneas de tus manos,
Aquellas que dejaste impresas en mis hojas,
Leo cada palabra de amor que me decías,
Y cada beso tuyo al final de cada estrofa.
Guardo las Cartas que el amor te dictaría,
Y beso cada letra que en tus manos nacería,
Acaricio el tenue azul de esas palabras,
Y la marca en el papel, que con tú amor me obsequiarías.
Has escrito muchas Cartas, y a cada una,
La llame con su propio nombre,
Algunas serían tiernas y muy dulces,
Y otras blancas como la luna,
Pero pocas como aquellas,
En que con amor, recitabas mi sentido nombre.
Hoy llevo en el alma las Cartas que me escribieras,
Y con ellas,
Llevo el sello de tus besos,
Impreso en suave lacre,
Esperando que algún día tú llegaras,
Para abrir mí pecho y reclamar aquellas Cartas,
Y acostado en tu regazo como niño te escuchara,
Cantar aquellas líneas, que el amor ya te dictara.
Vuelvo sobre mis palabras,
Y solo siento el eco de tus frases,
Las dulces y amadas cosas,
Que con pasión y amor tú me expresaste;
Vuelvo sobre tus Cartas,
Y me veo escrito en cada frase,
Donde rezas con tu amor a imaginarme,
Y me pides que jamás te olvidara…
Hoy he leído tus Cartas,
Y una lágrima caída me recuerda,
Que no hay amor más puro ni más grande,
Que aquel,
Que recitas en tus dulces Cartas.