48.
EL TAZÓN DE MADERA
Un viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. El hijo y su esposa se cansaron de la situación.
- \"Tenemos que hacer algo con el abuelo\"-. Dijo el hijo.
- \"Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo\"-. Dijo la nuera.
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera.
El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo.
- \"¿Qué estás haciendo?\"-. Le preguntó dulcemente el padre al hijo.
- \"Estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para cuando yo crezca ustedes coman en ellos\"-. El niño le contestó con la misma dulzura a su padre.
Sonrió y siguió con su tarea. Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que se quedaron sin habla.
Esa tarde el esposo tomo gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia.
Por el resto de sus días ocupo el venerable anciano un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.