Labios surcados, heridos, maltratados por el tiempo
y la angustia de una necesidad insatisfecha.
Labios dolidos, secos, acaparados por una desesperación
que perciben mis dedos en su tacto.
Labios confundidos, internados en una burbuja de deseo,
sangrantes por las heridas de mis dientes apretados contra ellos.
Labios impetuosos, desobedientes, desesperados por ti,
por la sensación de sentirte, de saberte real.
Labios anesteciados por la ausencia de amor,
incompatibles con la existencia,
indiferentes a las personas que los miran.
Labios que te prefieren a ti, que te quieren a ti, que se humedecen por ti.
Labios tristes, sepultados en un recuerdo feliz
que se repite cuando arden en esa sangre derramada.
Labios guerreros, educados para entregarse enteros una sola vez,
labios que no perdonan, labios que no olvidan,
labios que se lastiman sólo para permanecer vivos.
Labios surcados, heridos, maltratados por el tiempo
y la angustia de una necesidad insatisfecha.
Labios que gritan en pesadillas continuas, arritmias y sudor,
que tiemblan cuando musitan tu nombre
cuando lo oyen de alguien al pasar.
Labios que sufren por las páginas doradas
escritas en una historia compartida que no volverá a repetirse,
que envejece cada día y oscurece el futuro.
Labios que me piden que te busque, que te traiga…
Labios que me reprochan tu ausencia, tu falta de amor, mi falta de voz.
Labios que me acusan de su deterioro.
Labios surcados, heridos, maltratados por el tiempo
y la angustia de una necesidad insatisfecha.
Labios que no entienden que hay que volver a sonreír,
que se niegan a sentir
a menos que encuentren a alguien tan puro
que no les pida mentir.
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