Su mirar calma mi alma,
chispeante por la noche;
solitaria como la paloma,
ella me quiere sin reproche.
Infinito y azul como el mar,
brillante como las estrellas;
dulces sueños en el altar,
ríe, cubierta entre toallas.
Una lagrima, sus ojos florecen,
chispeante en el infinito;
la veo, y los suspiros crecen,
del cielo, ella baja despacito.
El silencio yace extinto,
soñarla por siempre quiero;
el mundo con ella es distinto,
por ella mil años espero.