EMBRIAGADO DE TU VINO
Tomaré
un buen sorbo de tu piel,
beodo y delirante
por un buen bocado de tu miel,
dulce y nacarada;
y dejaré
un buen mordisco en tus pliegues,
solo, tras las estrellas;
y tomaré
un buen rasguño en tus sienes,
al perpetuarte,
solo en la noche de mi total
embriagues.
Beberé
del aliento de tus años,
desquiciante y embriagante
mujer de mil estrellas;
forjaré
tu pasado al fortuíto verano
a sorbos enerbantes
de tu néctar narcótico
dulce embriagante de placer;
tomaré
tus heridas y tus más sentidos
dolores los uniré a los míos
y con brasas en hoguera quemaré.
Diré
que estoy ebrio de labios fantasmales,
que me domina el núcleo de tu sol ardiente
que no soy más que un ente sin razón,
hechizado por tu aire y tu cielo
de vino y éxtasis, sobrenatural.