-En la mañana mis párpados se humedecen sin sentido;
Y los siervos del ayer, hoy, su razón de existir pierden.
Es un sendero de temor
en el cual se encuentra mi corazón desolado.
¿Alguna vez tu mirada a resguardado compasión?
Quisiera olvidar que la tristeza es dolorosa;
Que las lágrimas se pierden,
Y tus rastros de convivencia
Separan la felicidad;
Que a su tiempo podía coincidir
en mi corazón.
Fueron aquellos actos insólitos
que mi cuerpo desmoronaron...-
-Tienes lo medios para abandonar tu vida,
Insistes en no utilizarlos.
Posiblemente no es tu alma la que erra,
Si no la mía;
que no quiere seguir con esta historia...-
-He visto tus ojos,
Y no comprendo tu partir.
En ellos noté brillo, un pequeño rastro de mi.
Y aún así, tu marchar se me hace tan desgarrador y ambiguo.-
-No es la mirada que resguarda el odio.
Es el sentimiento que lejos del amor y la pasión, yace.
Al cual un cambio repentino le dio cobijo.
Las aves son testigos de de lo insistente que eres,
Al querer continuar con algo que a la destrucción nos encamina.
Recuerda que el sol saldrá siempre,
Y las flores, por más agua y luz que alberguen, en su momento les llegara la muerte.-
-Sólo quiero ver como tus labios se golpean el uno contra el otro,
diciendo que no me quieres.
Y entonces entenderé que la tristeza no es más fuerte que la realidad;
Pues esta cambia y la otra se mantiene intacta e irremediable...
Al esconderse el sol quizá sea un muerto abandonado,
Pero ahí estaré; mi esencia permanecerá aquí y en una
mujer que a su tiempo reguardó algo que creí irrompible; amor.
Pero ahí estaré, con mi corazón llamándote a gritos,
Aunque ya no estés para escuchar, ni seques mis lágrimas.
Ahí estaré, mientras el olor de tu cabello se desvanece...
Permaneceré en lo que fue un pequeño amor de muerte-