Deponga sus escrúpulos, señora,
si el lazo de sus ganas se desata;
en contra de natura no combata,
y menos con su mano rijadora.
¿Que su placer no compartir deplora?
Que ni la culpa ni la idea fata
le dificulten la experiencia grata;
¡viva el aquí, disfrute del ahora!
Y teja sueños, mágicos enredos,
con su selecta imagen amatoria
y los hilados de sus carnes tiernas.
Procure ver el cielo con sus dedos,
pues justamente la divina gloria...
¡la tiene usted en medio de las piernas!