La oscuridad puede ser placentera...
sí, a veces me aterra,
pero esta vez me dejé inhundar por ella
cuando tus manos nos adentraron
al abismo de negrura que había en la habitación.
No me dio miedo, al contrario;
con tus manos en mi cintura,
la protección que sentí fue sin duda
de las mejores que me has sabido propocionar.
Y con tus labios recorriendo mi rostro,
mi cuello, mi espalda, mis senos...
¿qué miedo podría haber sentido
si tus besos le bloqueaban el camino
haciéndole imposible llegar hasta mi?
Mi corazón latía, sí muy fuertemente...
al igual que el tuyo, pero no por miedo, no...
mas bien por la emoción
de descubrirnos con el tacto...
sentirnos...amarnos...
¿Miedo? que va!!
Esta vez, agradezco a la oscuridad
el momento brindado...
sólo para nosotros dos...