Ví tus palabras garabateadas en un muro,
alumbradas por una farola avergonzada,
mi nombre difamado por tus improperios falsos,
una publicación de tus promesas traicionadas.
Su descubrimiento te atemoriza.
Como puñales tus palabras atravesaron mi corazón,
precisamente allí acariciaba lo sagrado de nosotros,
mi creencias, un santuario, en pedazos de desconfianza,
un castillo de arena aplastado y en espera de la marea.
El dolor en mi alma tatuado.
Una pesadilla atormenta mi mente,
tus motivos por mi destierra,
celos de acusaciones ficticias auto-infligidas,
el deseo nefasto a condenarme a las tinieblas,
donde la luz de día sea a tu capricho