Si fuera capaz de colgarme en tu pelo
y vivir en él permanentemente
y dar la vuelta al mundo
y mover aquellas pequeñas cosas
que al final nos hacen grandes
sería feliz.
Si vinieras a ofrecerme tu boca
y yo, a regalarte mis labios
y si fuéramos capaces de juntarlos
dejándolos sellados, como las alas de las mariposas
sería feliz.
Si me regalaras una palabra
y yo fuera capaz de construir cien frases
y una de ellas, te enamorara
sería feliz.
Sería feliz
si llamara a tu puerta
y tú la abrieras con tu mirada
manteniendo la piel tensa
justo hasta el momento de desprenderse tu ropa,
una vez desnuda,
volvería a ser feliz
y serviría un desayuno frio en tu pecho abierto
y si la puerta quedara cerrada con nuestros besos
hasta las horas que jamás fuéramos capaces de llegar a contar
sería feliz.