argentino nadies

UN PÁJARO BAJO DEL CIELO

Nada me parece importante. Al menos lo suficiente como para prestar a ella mis sentidos.
Exploro lentamente la agria atmósfera de éste día, y no alcanzo a satisfacer mi ansiedad de vida.
Como una naranja pronta a desplomarse, el apagado sol que observo con injustificado fastidio, proyecta lúgubres rayos mortecinos.
Vislumbro en mi pesar que estoy aquí, mas no soy. En este gris patio inundado de pegadiza melancolía, que caprichosamente me abraza sin dolor. Nada en mi ser parece capaz de identificar este lugar, éste sitio camuflado con inquietante pesadumbre.
Un colchón chillante de requebrajadas hojas, dan sinfonía mortuaria como fondo a mi perplejidad. Mi ser se siente perdido. Transportado por incomprensible sortilegio a otro tiempo. Quizás una eterna dimensión otoñal…
De repente, como aquel héroe legendario de viejas tiras de celuloide, un diminuto ser que no comprende (o tal vez sí) la amargura de este tiempo, me reencontró casualmente con mi sensibilidad. Resplandeciente. Despreocupado. Manso. Desprendiendo chorros de vida aquella avecilla multicolor justificó de pronto mi existencia.
El alegre repiqueteo que ensancha su sonora garganta me recuerda la dulce música del arrorró, la suave pero eficiente melodía maternal ó tal vez, la quebrantada voz de aquel que entona el himno del triunfo.
Poco a poco me reencuentro con pequeñas y sutiles cosas que despiertan en mis labios sonrisas, que menudencias del destino (por cierto no tan importantes) habíanme quitado.
Lo veo saltar de rama a rama. De la muerte a la vida. De las sombras a la vida, así, como yo. Acabo de despertar. Siento la alegría inminente de la vieja parra que rasguñada por los años aun ofrece verdes brotes de vida. Asomo la cara al brillante rey del cielo que ahora, siento tibio en mi piel. Quisiera tocarlo, alcanzarle mi gratitud, mi dicha y congoja por haberme devueltos los sueños, la esperanza.
En un instante sublime sus plumas baten el viento. Y la ligera promesa de fé trepa risueñamente al cielo, al misterio de la vida…
Tengo ganas de saltar, de asir sus alas y escoltarlo en su alegría. En su fiesta de coloreado sonido.
Gracias por existir emisario del señor. Gracias por recordarme que aunque mis sueños se rompan, aun puedo fabricar muchos más.

23-3-1982