Pasó, me desplome junto al cesto de naranjas
La ansiedad me impedía pararme,
Implosionaban mis tejidos por lograr escaparse,
Pasó, que de pronto entendí sueños y pesadillas constantes.
Era una ansiedad perenne,
Envuelta en la fantasía de ya contenerte,
Palabras inflamables todas ellas hilaste al aire,
Atrapadas en mis costados comienzan a incendiarse.
Y aún perezco en el suelo inmóvil,
Junto al cesto que ligue indisolublemente a tu estancia,
Llegaste tímidamente con sonrisa condensada,
Y me preguntaste dulcemente cuántas naranjas junte al esperarte.