Soñando sigo
Sueño yo frente al desaire
de quien no quiere soñar
y sueña con despertar
sin más que el cielo en el aire.
Sueño con el donaire
de una vida trabajada,
en que mi suerte está echada,
en que no debo ni un peso
y en que a mi cama regreso
con la fe recién soñada.
Sueño que vienes conmigo,
que sabes cuál es ni nombre,
que tienes, sin que te asombre,
la fuerza de ser testigo.
Sueño que nada es castigo,
ni el rumbo que sigo a diario,
ni el deber que da el horario,
ni la duda de mis noches,
sueño que sólo hay derroches
de sueños sin calendario.
Hay quien dirá que esto es vano,
que la vida pasa y listo,
que, aunque de sueños me visto,
es como arena en la mano.
Que me iré tarde o temprano,
sin nada más que mis sueños,
serán libres o risueños,
pero no dejarán huella
y en la punta de mi estrella
se irán como viejos leños.
Y aún así soñando sigo,
que si el cielo se derrumba,
que si sólo hay una tumba,
de todo he de ser testigo.
Y es que el sueño que persigo
no es de nubes veleidosas,
es de conquistar mil rosas
desde la dicha al ser libre,
y en sueños de tal calibre
cambiar ya todas las cosas.
Y así prosigo, soñando
lleno de fe y alegría,
contigo en la mayoría
de los que van despertando.
Con ellos vamos luchando
por una vida mejor,
de noche junto el valor,
de día sigo adelante
y, apenas yo me levante,
sigo soñando el amor.
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