Eres como la arena cayendo de un reloj,
Con un tiempo finito, sin reparos ni rencor,
Eres como el tiempo mismo, que actúa como un traidor;
Al portar una estaca, que clava en mi corazón…
Porque ha sido bastante vengativo,
Asestándome una herida, ciertamente inesperada,
Pero así es mi cruel destino;
Cruzando en mí camino, tu mirada tan soñada…
Por ello me pregunto, mi pequeña soñadora,
El por qué se entrelazaron, los caminos tan distintos,
Dejándome la herida, así de abrumadora;
Con este amor prohibido y gestos tan profundos…
Porque si es prohibido, el enamorarte con mis besos,
Más castigo sería, el no quererte así,
Por eso tengo miedo, que se cuela hasta mis huesos;
De soñar contigo y al final no estés aquí…
Ya lo ves, pequeña amante de mis sueños,
No es tan fácil tomar la decisión,
Tu flagrante mirada y principiantes besos;
Forman parte, de mi obstinada pasión…
Por ello vivo en la zozobra al verte pasar,
De no saber si enamorarte,
O simplemente conformarme, al verte llegar,
O tan siquiera un instante, al verte tan radiante;
Y conseguir un contraste, al poderte acariciar…
Así, como me lo dices con tus ojos,
Que brillan con luz propia, como esmeraldas de mar,
Y que son como la llave, para abrir este cerrojo;
Que te permita entrar libre, para poderme besar.
Arturo Domínguez. –Derechos Reservados- Agosto 2015