Hola mi reina, ven, dame tus manos
soy el amor que ha llegado a buscarte
guiado por los latidos de tu corazón…
desnúdate, hoy vas a ser mía…
Mírame a los ojos, no tengas miedo
está bien, bésame pero deja de temblar
sonríe como si te vieras al espejo
y deja que la blusa se deslice por tus hombros.
Tu cabello largo y suelto me seduce…
descubro ya el hermoso color de tu piel,
mis dedos juguetean con el broche del brasier
y tus senos cual palomas, se posan en mis manos.
Rosadas, casi rojas colorean tus mejillas
cuando mi cara acaricia, tus sisellas en mis manos
y el brillo de tus ojos se ilumina
sintiendo el roce y la textura de mis labios.
Te has quitado ya la falda y me miras arrobada…
deslizo mis manos hasta llegar a tu cintura,
el dorso de ellas, pasa por tu palpitante vientre
para bajar de tus caderas, la braga de encajes orlada.
Será el inicio de otra vida y en tú cama…
como Adán y Eva nos vestimos,
prestos a probar del árbol prohibido
la roja manzana de tu paraíso.
Mis ojos gozan del placer de ser sentido
recorriendo con delicia las auroras de tu cuerpo,
mientras cariñosa te dispones en el lecho
esperando por mis besos y mí pecho.
Tus ojos se entrecierran tiernamente,
y me entregas vírgenes los botones y la rosa
mientras el fuego que se aviva en tus caderas,
provoca temblores, en tu cuerpo y en el mío.
La mañana nos sorprende aun despiertos
con la gloria de haber sido uno del otro…
y siento que te quiero más que a nadie en éste mundo
mientras tú sonríes, mimando dócilmente mis cabellos.
Delalma
Miércoles, 10 de marzo de 2010