Desnuda en carne viva, hallada muerta
llena de sangre en tus ropas vas envuelta
a la luz de las velas solo eres carne fresca
abandonada a tu suerte, solo te retuerces terca
niegas tu propia presencia, buscas entre tinieblas
un alba que desahogue el pesar de tu alma inquieta.
Desnuda, con los ojos vueltos hacia arriba
escrutando el murmullo de un silencio que pesa
de un remordimiento torpe que te ciega y te atormenta
de espina clavada en la hendidura de tus parpados violeta
con el vértigo en la garganta de una rabia ya perpetua
con la manos palpitantes a causa de tu propia tormenta.
Desnuda, vaga, tímida y difusa
un alud de soledad derriba tu risa confusa
asoma la lagrima el verso de la más preciosa musa
acariciando tus pasos, tu sombra viaja convulsa
ajena a tu propia vida ya solo eres una intrusa
que frecuenta vacilante ese vicio del que abusa.
Desnuda ya no eres nada
ni costra seca bajo los pies
ni brillo oculto en la mirada
ni brisa turbia, ni timidez
ni hojilla que lacera tu carne mutilada
desnuda sigues siendo lo que ves
ante el espejo atormentada
una lejana idea que soñé
una promesa ya olvidada.
D. Erazo