Sea de qué forma sea el infierno
si no hubiese infierno seriamos como animales
sin infierno no hay dignidad.
Estaba petrificado frente al infierno
en un largo camino alumbrado por llamas
ajeno al convulsivo llanto de las almas
en uno de los escasos destellos de cordura
comprobé con mi fuerza muscular
como la desolación predominaba en el lugar.
Y estando preso de mi debilidad motora generalizada
el vértigo no se hizo esperar
mis manos temblaron incapaces de obedecer
y un sudor denso y total
precedió a la inevitable taquicardia
creí morir pero aún no lo estaba
y un punzante dolor precordial
fue el último aviso
y en la mitad de las tinieblas mis pulmones fallaron
y mi organismo
entró en un peligroso proceso
de alcalosis respiratoria secundaria.
No recuerdo mucho más
debí derrumbarme cayendo de espaldas
sobre el rugoso pavimento calcáreo.
Eso fue lo mejor que pudo ocurrirme
estaba de vuelta con los vivos
que no valoran la vida
hasta que la muerte la pone en peligro.