Pasa cual gaviota evasora de miradas
y tu vuelo lleva lentitud y paz,
ignorante de piropos con la justipreciada decencia
y también hasta los buenos días sueles ignorar.
Ahí vas con tus jeans tan apretados,
esa mirada de orgullo
en la que te juras dignificada,
tu caminar criminal en pasos así asesinos
que congela las pupilas
de conductores y transeúntes.
Dominas el escenario,
dejas flechas de cupido
a los grandes soñadores
y traspones la imaginación
hasta adorables momentos
de anhelados placeres.
De tantas veces ignorar mis buenos días,
diosa plenipotenciaria de ésta área de trabajo,
sé que seguirás impactando a tantos y tantos
en tu deslumbrante protagonismo
de escultura corporal;
así que tiraré mis ánimos al despeñadero,
y que una mañana no se te salga un buenos días
porque alguien, lo más seguro, te va a ignorar…
A.Maestre