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Bebiera el agua, que al mojar, le baña,
y la viola sin pronunciar su queja;
envidio ese sol, que su piel amaña,
y la broncea, cuanto más se deja;
todo sentido lo avispa con saña,
al cubrir su cuerpo, con seda añeja,
y al atardecer, parece una diosa,
convertida en la mujer más, hermosa.
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Octava real
Versos endecasílabos