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Quedó sin visión, los ojos del alma
y el corazón, agotó su latido;
todo lo que le rodea, está en calma
y solo al lobo, se le oye el aullido;
por momentos, su cuerpo se desalma
y su aspecto, cada vez más tullido;
viaja a través, de blanca luz, intensa,
sumido en silencio, y frialdad, inmensa.
Octava real
Versos endecasílabos