Transcurren los días;
mientras tanto
alguien nace y alguien muere.
Quien viene con una entrega.
Quien se va
desesperadamente.
Los datos recogidos se asemejan a envíos de la noche.
Tiñen de hiel el corazón.
¿Quién acude a tu llamado?
Hombre o mujer, ¿quién?
Esa música reincidente te aturde como un sismo.
Nada de lo que quieras oír
será dicho.
La sombra quedará para tu sangre,
profeta de tí mismo.
Vestido de caballo de humo fino
-relinchos y cánticos antiguos-
buscas ese lugar, ese tiempo,
donde dormir parado.
No absuelves a la muerte,
ni a tus padres atados a los paños fríos de la muerte,
y tú llevándoles flores,
que no son flores
sino tormentos,rostros y reclamos.
Te absuelves tú sólo
buscando revancha para tu vida;
sin embargo huyes con los brazos vencidos;
y sueñas con poseer el viejo sueño,
inútilmente vestido de caballo de humo fino.
Y ya, solo, esperas una voz,
para urdir las palabras que darán comienzo a tu eco;
una voz que te acerque a un abrazo,
que dé significado
al cielo ardiente que con sus alas te abarca.
G.C.
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