Vuelves otra vez,
inoportuna y silenciosa muerte,
con tus pretextos para enterrarte en mi tierra,
con tus razones absurdas,
con tus pasos intranquilos,
dejando caer tu filo
llevándolo todo.
Vuelves otra vez,
antes muerte serena,
ahora muerte despistada,
muerte inundada,
muerte emberrinchada,
tomándote la libertad de quitar el velo y...
-yo solo te observo desde que llegaste-
me siento a tu lado,
abrigándote otra vez.