Una Noche Diferente A Las Demás.
Mi nombre es Olga, vivo sola en una casa que a veces
me resulta enorme para mi tan absoluta soledad...
Era más de medianoche, no podía conciliar el sueño
así que me levanté para ir al baño y beber un poco de agua.
Algo sucedía en la calle porque se sentía demasiado ruido
para ser tan tarde en un lugar donde todos solían acostarse
mas bien temprano. De pronto comencé a sentir un fuerte
olor a humo, me asomé a la ventana y a dos casas de la mía,
salían una llamaradas gigantes, asustada salí al jardín;
Lamentable situación me dije, que dolor tan grande debe estar
sintiendo esa gente al ver que el esfuerzo de años, se desaparece
en unos segundos. En la casa pagaban pensión unos estudiantes
que vivían en otras localidades.
Fueron cinco entre chicos y chicas que se quedaron sin un techo
aquella noche, aparte de los dueños de la casa, así que
yo ofrecí mi hogar para que se quedara alguien a dormir
por lo menos esa noche.
Fueron dos chicas y un chico los que aceptaron quedarse en
mi hogar, otros dos jóvenes se fueron donde otra de las vecina
que también ofreció su ayuda.
Pasaron los días casi una semana de lo ocurrido y las chicas
que se estaban quedando conmigo ya se despedían de mí,
un hogar de acogida universitario las habían aceptado,
así que comenzaba a quedarme otra vez sola. Mauricio
es el nombre del chico que no encontró hogar para él,
a esa altura del año en los hogares de hombre no había
cupo. No podía echarlo así que le dije que no se preocupara,
como yo trabajaba casi todo el día y solo llegaba por la
noche, él no era para mí una molestia.
Así fue, se quedó conmigo durante los tres últimos meses
del año. Los días pasaban y Mauricio y yo aunque solo
nos veíamos por la noche, nos hicimos mas cercanos,
pese a que estudiaba y con sus 21 años, era muy buen
cocinero y cada noche me esperaba con algo especial...
Decía que para pagarme de alguna manera el favor
que yo le hacía.
\"Una noche diferente a las demás\", llegaba agotada
por el trabajo, con ganas solo de acostarme, así que
apenas entré a casa, me saqué los zapatos y corrí
a mi dormitorio. Mauricio al ver que no compartiría
la cena con él, preparó una bandeja y me llevó de comer
a mi habitación, sin muchas ganas acepté por no
parecer mal agradecida; Las horas pasaban y Mauricio
no salía de mi dormitorio, comenzó a contarme muchas
cosas sobre su vida, y una de ellas, ¡que aún era virgen!
¡No podía creerlo, 21 años casto y puro! se me cruzaron
muchas ideas locas por mi mente y parece que él se dio
cuenta de eso porque de un momento a otro y como si
esa era la oportunidad que no podía perder, me dijo:
¿Podrías hacerme perder esta virginidad Olga?
Después de que eso se me había cruzado antes
por la mente, en ese instante no sabía que responder,
con el corazón latiendo a mil, sintiendo su necesidad
y el deseo que se despertaba en mí, no supe como fue
que le dije que sí. Tan pronto él lo escuchó, sus labios
se juntaron con los mío, me dio un beso tan apasionado,
su lengua, ansiosa se enredaba con la mía y me hacía tiritar,
mi piel erizada total poco a poco se dejaba acariciar
por las manos cándidas de un joven Mauricio que no
daba más de las ganas de consumar todo.
Recuerdo que fue muy hermoso, pese a la diferencia
en edad, él 21 y yo 40, nos complementamos de tal manera
que fuimos una misma piel en un mismo instante.
Me entregue´a las caricias que él me ofreció, me
escudriñó hasta lo más intimo, esas manos
juveniles encendieron un fuego difícil de poder
apagar y una entrega de mucha pasión acumulada.
Era verdad que nunca había tenido sexo, pero me
hizo el amor como todo un experto, me hizo
vibrar de pasión, y llenó mi cuerpo de su
fuerza y frescura. Se portó como todo un macho,
me hizo gritar de placer con su miembro ansioso
clavándome-lo al cien, al docientos, al mil por ciento.
Su duro miembro excepcionaba mi interior, mientras
sus labios de seda y su lengua juguetona jugaban con mi boca
y a ratos sorbían y lamían mis erectos pezones, un maravilloso niño,
\"esto lo digo por mi edad\"
pero que se comportaba como un gran hombre, como el mejor de los amantes.
Después de aguantar el ritmo de sus caderas juguetonas sobre mis caderas,
después de sentir un goce extremadamente intenso al sentir
su piel desnuda sacudiéndose sobre la mía, demostrándome
que un muchacho virgen, de 21 años, fue para mí, una fruta deliciosa
capaz de saciar el hambre de sexo de cualquier mujer,
incluso de la mas vivida y candorosa.
Cuando ya no pudo aguantar más, dejó que su volcán estallara,
vertió su esencia dentro de mí tan caliente como llamaradas,
mi cama quedó bañada de de su jugo de caña.
Fue una experiencia maravillosa, yo, la mujer que creía saberlo todo
no tenía idea que un muchacho tan joven, podía hacerme gozar tanto.
Mónica.
Ruth Mónica Muñoz R
Derechos de autor.
Chile.