En el último segundo de suerte
de la vida se rompió el delgado hilo
y alzaste, mi amiga, el último vuelo
del cual quiso asirte la torva muerte.
Y así desde aquel aciago momento
sus desdichas supieron las alondras
el alba amaneció llena de sombras
y el poema dio un último lamento.
Y nos dejas, hermana mía y musa
de este lado como para buscarte
nunca sabiendo dónde hallarte
interrogamos a la gran intrusa.
Tu alma ya viaja en plenitud serena
donde reside el poema y la vida
al silencio, va a la dicha escondida
nuestra alma de luz, nuestra alma morena.