Murialdo Chicaiza

ELEGÍA A CARMEN RODRÍGUEZ

  

En el último segundo de suerte

de la vida se rompió el delgado hilo

y alzaste, mi amiga, el último vuelo

del cual quiso asirte la torva muerte.

 

Y así desde aquel aciago momento

sus desdichas supieron las alondras

el alba amaneció llena de sombras

y el poema dio un último lamento.

 

Y nos dejas, hermana mía y musa

de este lado como para buscarte

nunca sabiendo dónde hallarte

interrogamos a la gran intrusa.

 

Tu alma ya viaja en plenitud serena

donde reside el poema y la vida

al silencio, va a la dicha escondida

nuestra alma de luz, nuestra alma morena.