Los sueños tardan y el olfato tirita como un párpado
que te vio en la lejanía de los días,
en la etiqueta de las epidemias que aún no he combinado
con mi lujuria, con esta pecera que resbala
cuando las manos de la fortuna se olvidan de perder.
Podrías pedirme pétalos en las muecas del olvido.
del infortunio para que los demás ropajes
que hemos de poseer fuesen baños de vida
y enajenación exaltada por las ideas de un loco radiante.