Yo me atreví a querer subir una montaña,
caminando siempre por el precipicio,
apoyándome en una rota caña,
que se quebraba más, desde el inicio.
Fue el chasco mas grande de mi vida,
sin embargo no estoy arrepentido,
pues fue de lo bello que he vivido,
incluida también como caída.
Hoy, la satifacción de no callar cuando se ama,
me llena la vida de sabores.
Algunos me queman como llama,
otros, solo me quedan los ardores.
Autor:Bernardo Arzate