\"Cuando termine tu llanto/ admite que la culpa es de los dos,/ porque es verdad que no fui un santo/ ni tú el cordero de Dios\".
En el nombre del Padre te digo
que lo que viviste conmigo
ya no has de vivirlo con nadie,
que ya no has de tener paz,
que recuerdos míos hallarás
dispersados en el aire.
En el nombre del Padre te juro
que ya no habrá en tu futuro
una alternativa posible,
cuando mires al pasado
y sepas que te he olvidado
te parecerá inconcebible.
Y ya ni regalos ni flores
harán que olvides los errores
graves por ti cometidos
ni cualquier cosa que digas
podrá impedir que sigas
sepultada en mi olvido.
En el nombre del Padre te hablo,
no me digas que el diablo
fue quien guió tus pasos,
pues la razón se rehúsa
a aceptar que esa excusa
justifique tus fracasos.
No proyectes tu culpa en otros
si bien sabes que entre nosotros
nunca el amor fue verdadero,
hoy no es por ti que escribo,
ya no es por quererte que vivo
y no es por besarte que muero.
En el nombre del Padre es mejor
que por respeto al amor
acabemos con la farsa,
total, no digas que no,
los besos entre tú y yo
sólo hacían de comparsa.
Para tapar mentiras que detesto
invoco lo más honesto
¿y qué más honesto que Dios?
Si estoy harto y tú harta
no hará falta una carta
para decirnos adiós.
Solamente hay que romper
con todo para no caer
en más tristeza ni llanto
y para que todo nos cuadre,
que sea en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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