En espesas cortinas de espuma,
se regocija tu cuerpo ondeante.
Desnuda el aroma, mujer andante/
del mirar; que a la noche disfuma.
De ríos plateados, te baña la luna,
el alma de niña/ cuerpo de diosa.
Radiante luces –delicada- primorosa,
impera tu albura como ninguna.
El aire se mece, en tus cabellos
de nieve/ donde el invierno preso,
vive/ en tus mejillas de terciopelos.
Donde impetuoso el tiempo reverbera,
la juventud perenne del embeleso/
que causa tu nombre en primavera.