Oh, pequeña Lolita.
Alas de mariposa. Y surges de tu recuerdo. Oh pequeña usurpadora de mi felicidad. Ya no más. Ya no estás. Y tus labios rojos ya no son el final de mi poema.
Mi pequeña Lolita. Este café conoce tu tristeza, esta taza sostuvo tus dedos cuando temblaban de un miedo áspero e irreconocible. Y tus piernas a las seis de la tarde, ya no esquivan mis dedos temblorosos. Y tus piernas de madrugada, no tienen el último polvo de nuestras batallas nocturnas.
Y mi Lola, ya no es Lola. Es una Dolores, escondida detrás del inodoro. Cubierta del amor púrpura. Cubierta del algodón en sus heridas.
Mi Lola, es una Dolores sufriendo de parto. Y mi Lolita, tenía en el vientre un gatito que maullaba cuando mi lengua ronroneaba dentro de su boca.
Mi Lola.
Aún
Aún
Aún
Tu cuerpo es una cárcel
y tú sigues escondida detrás del inodoro
siempre
siempre
siempre
huyendo del asesino
huyendo de tu carcelero
de todos esos que vinieron
de todos esos que fueron
de todos los que vinieron después de mí
y mi Lolita me mira, me mira con sus ojos de venada
y en medio de mis brazos,
dice,
susurra
cuándo me dejarás, irme de ti
El asesino de mi pequeña Lola,
siempre
siempre
siempre
fui yo.