La viuda del pescador
Subiendo la cuesta del cementerio la he visto.
Era la viuda del pescador - una de tantas-,
callada y fuerte; sobre todo, fuerte.
Desde el sencillo cementerio se ve el mar.
Es el mismo mar que le devolvió a su pescador
roto como un pelele
el mismo mar al que ella quiso tanto.
Dicen que es doble viuda:
viuda del pescador, viuda del mar.
Ya no tiene ni al uno, ni al otro.
Amó a ambos y a ambos ha perdido:
uno, en la tormenta; otro, en el horizonte.
Porque esa cinta azul
ese trazo ondulante de costa, al pie del cementerio
dejó de ser su mar,
y ahora tan sólo es un paisaje,
un recuerdo, una pesadilla.
A la viuda del mar no se la ha visto llorar;
sin embargo, sé que llora.
Y sé que el mar, cuando la oye, llora también;
llora con dolor de plata y lágrimas de sal,
llora con el llanto del culpable.
¡Se quisieron tanto la viuda y el mar!