Josefina 46

COMO DOS LUCEROS

Un payaso de peluche

vino a ser la ferviente alegría

de una niña morena de azabache

que a mi puerta llamó un día.

 

Con su madre de la mano

y arrebujada entre sus faldas

miraba de soslayo cada uno

de los colores de mis chanclas.

 

Le pregunté por su nombre

respondiendo ufana ¡Consuelito!,

y ella también preguntó por el mío

repitiendo sin cesar ¡qué bonito!

 

Y ya en el lindel de la puerta,

recordé que en el armario ropero

guardaba un payaso con sombrero

olvidado por alguna de mis nietas.

 

Los ojos negros de la pequeña

se abrieron de par en par

y dos lágrimas rodaron

por su rostro angelical.

 

Me rodeó con sus brazos

y puso un beso en mi mejilla,

abrazando el gracioso payaso

entre lágrimas y sonrisas.

 

Y aquella noche en mis sueños

contemplaba las estrellas del cielo

y descubrí dos fulgurantes luceros

como los ojitos de Consuelo.

 

Una niña morena de azabache

que a mi puerta llamó un día

y un payaso de peluche

vino a ser su alegría.

 

Fina