Ya no sé si al refugiarme bajo la sombra juguetona de las ramas de un árbol al medio día, despeje mi mente.
Desconozco si al dejar caer mi trasero bajo una tierra que me esperó incontables años, evite que lo profundo de mi mirada caiga en la quietud de un sueño interminable.
Sin embargo, a pesar de lo luminoso de cada rayo de sol,
y el ruido del viento que retumba en mi oído,
me hace fallar al caer en numerosos pensamientos que desde un tiempo remoto se habían creado en mi mente.
No faltan, además, los deseos artificiales de indagar en los últimos rincones del tiempo; averiguar lo que me escondían las sombras vagas con las que en silenciosa compañía aquellas remotas noches caminé al mismo rumbo que llevaba el viento frío de invierno.
ANDRÉS SARELLANO MTZ
DERECHOS RESERVADOS