Ella nació y creció sin saber nada,
ni siquiera saber de quién naciera,
vagabunda, fue el cielo su morada
su vivienda una ignota carretera.
Anduvo sin saber a dónde iba,
desde acá para allá, desorientada,
sin nada que cerner en esa criba,
y a nadie que esperar en la parada.
Nadie sabe quién fue la camioneta
que, tan cruel, la impulsó hasta la cuneta
donde ella apareció despanzurrada.
Nunca tuvo paraguas ni sombrero,
ni bendecida fuera por el clero,
que perra fue, infeliz y descarriada.
©donaciano bueno.