Y aquí Dios dijo Árbol, posando sobre el sustrato generoso una tierna raíz,
Y susurrándole al oido le dijo: Te nombro árbol, hijo mío. Anda!, adéntrate profundo, ánclate más allá del mar, te he hecho para trascender
Ve, abrázate fuerte a la tierra, en mística comunión. Fuertes serán mañana tus ramas, estación de amoríos, nido y descanso a los pájaros que vengan a contarte su terredad.
Crece en infinito verde, regalando mil tonalidades; que tus frutos calmen las bocas vacías y con sed.
Que tu sombra sea la estera donde ronde la alegría de los juegos infantiles.
Que tu tronco sea el testigo de pactos de Libertad.
Que la brisa entre tus hojas sirva de arrullo a los amantes.
Que tu presencia sea referencia de sabiduría a la humanidad.
Ve árbol y puebla a la tierra toda y en tu laboratorio de clorofila alimenta al soplo, hálito de vida.
Bordea ríos y lagos, aduéñate de montes y valles, viste a tu paso a las montañas, silente guerrero de luz.
Que nadie ose atentar contra ti, perturbar la armonía ni el orden divino.
Que nadie interrumpa tu ciclo, transgreda el verde, desbalance el equilibrio.
Que ninguno de los tuyos, que son míos, caiga derribado al suelo.
Ningún albedrio venga a ti en mi nombre a cambiar lo establecido, mi más grande obra; Tú
Y Dios dijo árbol, sí; hijo de entraña celeste de la madre tierra.
#Lamujerdeabril
(Foto de Nicolas Serrano- Fotografo/ @Nicolook