Pepe Pnca

60. RELATO

 

 

60.

 

 

TENDER PUENTES

 

 

Cierto día dos hermanos (Carlos, el mayor y Antonio, el menor) que vivían en granjas vecinas, separadas por un pequeño río entraron en conflicto. Fue la primera gran pelea en toda una vida de trabajo compartiendo las herramientas y cuidando el uno del otro. Trabajaban en sus granjas y al final del día atravesaban el río a disfrutar de su compañia. A pesar del cansancio, para ellos era todo un gusto contarse sus problemas familiares y hasta se contaban anécdotas graciosas por si el otro necesitaba un poco de ánimo.

 

Días después, Carlos sintió que llamaban a su puerta. Al abrir vió un hombre con una caja de herramientas.

 

- \"La paz sea con su merce y con todos los de su casa patrón. Me topaba por estos lares mi don y me preguntaba si de pronto podía darme algún trabajo\"-. Preguntó el hombre.

 

- \"Sí. ¿Vide aquella granja, Don, al otro lado del río? Es de mi vecino. Nos enfurruscamos y no quero ni verle la jeta. Quero que construya una cerca bien empinada y a po lo largo del río pa que no tenga que toparmelo mas\"-. Dijo el hombre muy enfadado.

 

- \"Sólo ilumineme patroncito, Don ¿ónde está el material? Que haré un trabajo que le a de favorecer a su merce\"-. El carpintero contestó.

 

Al otro día, Carlos salió para la ciudad, mientras tanto el carpintero trabajo todo ese mismo día y parte de la noche para poder entregar la obra a su dueño.

 

Por la tarde, bien entrada la noche, Carlos regresó de su viaje muy extenuado y al mirar hacia el río sus ojos no podían creer lo que veían: en lugar de una cerca había un puente que unía los dos bordes del río. Era realmente un buen trabajo, pero Carlos estaba furioso.

 

- \"Ha sido vuste muy atrevido al construir ese puente después de lo que acordamos\"-. Le dijo el granjero al hombre.

 

Sin embargo, al mirar hacia el puente, vió a su hermano Antonio que se acercaba corriendo con los brazos abiertos. Por un instante permaneció inmóvil de su lado del río. De repente, en un impulso, corrió en dirección del otro lado y los dos hermanos se abrazaron como antes, de la absurda rencilla.

 

A partir de ese día, Carlos y Antonio, entendieron que sólo los lazos de sangre soportan las peores tragedias reconociendo las bendiciones de tener mejor a la familia unida que dispersa y fragmentada por el mundo sin saber la suerte de cada uno de los integrantes de ella.