No olvidare aquel 31 de diciembre, faltando poco para un nuevo año a solo horas de primero de enero cuando volví a ver tu hermosa escultura y mirada angelical.
Aún recuerdo ese pequeño momento tan mágico y especial, y al acercarme darte un abrazo fue lo más bello que había podido pasar.
Sentí un sentimiento profundo al mirarte que opacaba las personas en el lugar como si fuese un solos tú y yo en ese momento tan único y especial. Al llegar ese nuevo año te convertiste en el mejor obsequio de navidad que me ha podido la vida dar.
Y que no olvidare jamás en la vida aquel diciembre y nuevo año, el mejor de mis días de navidad con una gran bendición que dios me pudo obsequiar.